Dirigida por Brad Parker, me parece uno de los mayores desastres del 2012.
El problema que tiene este formato es que al final cualquiera puede hacer cine, y eso es algo que no sé si la humanidad está lista para asumir.
Los actores, muy en sintonía con el director, casi ni merecen ser mencionados. Jesse McCartney, Jonathan Sadowski, Nathan Phillips, Olivia Dudley, Devin Kelley, Dimitri Diatchenko y Ingrid Bolso Berdal. Tantos actores para al final conseguir un resultado deleznable.
Por favor, dejen de hacer películas grabadas con sus cámaras de videoaficionado, a no ser que tengan algo realmente interesante que contar, y este no era el caso.
Lo mejor: el final.
Lo peor: que para llegar al final hay que visionar 82 minutos de tortura mental.
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